Ellas están unidas, sí.
La imaginación y la realidad,
la de todo poeta.
No me conceptúo como un poeta.
A veces me titulo de tal,
pero no, soy sólo un ser que
escribe y transmite lo que siente.
A veces es una realidad,
a veces es una ficción.
Hoy he querido que las dos
estén juntas.
No diré cuál es una,
cuál es la otra.
Expresaré, sólo lo que me dicte el alma.
Soy muchas veces desdichado,
soy un hombre feliz.
Padezco de soledad.
Pero mi alma está acompañada de amor.
De sentires que me oprimen el corazón.
De alegrías que impulsan a mi alma
a continuar en este eterno valle de lágrimas.
Dame tu mano, tú,
tu mano dame, tú,
en mis manos tengo dos manos,
unidas las cuatro.
Sensación de solidaridad y amistad.
Sensación de amor,
que sobre esta tierra tengo.
Algunas manos están muy
pero muy lejos y esas son
las que más cerca siento.
Difusos rostros,
manos fuertes que aprietan las mías.
Manos reales, manos imaginarias.
En este momento somos tres seres.
Elevemos los ojos hacia arriba.
Busquemos los ojos del Señor.
Ocho manos seremos.
Ocho ojos para contemplarnos
y conocernos.
Quedémonos un tiempo así,
no pronunciemos ni una sola palabra.
Sólo alcemos la vista hacia el cielo,
Él nos está mirando.
¡Qué amor tienes en tus ojos Señor!...
Lo siento.
Un escalofrío corre por mi cuerpo.
No es por miedo, no es por terror.
Es por amor.
El amor que tus ojos nos envían,
sigue mirándonos Señor,
no dejes de hacerlo.
Transmítenos el amor de ellos
a nosotros, tus fieles del mundo.
¡Qué sensación de paz, siento Señor!
Gracias por estar con nosotros.
Esta es mi imaginación...
también es mi realidad.
No me suelten las manos,
no dejes de mirarnos, Señor...
¡Cuánto te amo!...
Todos los drechos reservados del autor ( Hugo Emilio Ocanto - 27/06 /2013)