Lucha el escorpión con la araña,
Sin darse cuenta de mi parada en esta bulliciosa montaña,
Para contemplar sentado esta diminuta batalla.
La araña aguerrida arremete con ira
Atrapando al escorpión garrudo.
Ruedan por el suelo los luchadores
Formando un solo nudo.
Se separan toman distancia,
Como si planearan el próximo ataque.
La montaña se calla con un sepulcral silencio.
El papagayo irrumpe en la tregua
con un sonoro “mátalooo”, eriza mi cuerpo.
Empieza la bulla de los insectos,
Como si se hablaran como si apostaran,
Que me hacen recordar las luchas romanas.
El escorpión hace un amague en señal de ataque,
La araña se distrae,
La cola del escorpión cruza los aires como sable
Y su aguijón se incrusta en la espalda del arácnido.
Vuelve el silencio,
La araña tirita se queda inmóvil.
Un estruendoso rayo anuncia a la tempestad,
El escorpión emprende la retirada,
Una manada de papagayos busca refugio.
Yo emboco un puñado de coca,
Dos horas de camino aun me queda
Para llegar a mí destino.
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Amazonas, 24 de Diciembre del 2010