Mi boca se ha secado y la sonrisa abandono mis labios...
Perdí todo lo que era importante cuando me equivoque de camino pero no podía ver porque mis ojos se apagaron.
Tropecé; solo que al ponerme en pie descubrí que estaba perdida en una selva negra... Corría, corría a la luz incansablemente y no conseguía llegar a ella.
Manche mi vestido... Era blanco; ahora se ha percudido con telarañas y musgo. Mis zapatos se han convertido en trozos de lo que fueron y las espinas hirieron mis pies.
Me siento tan frágil, pequeña, tengo temor y las lágrimas brotan de mis ojos sin detenerse... Sentada en el suelo abrazo mis rodillas para llorar a gusto... Quizá hasta sangrar.
Mi boca se ha secado...
Tiene sed de ti, de tus besos, de recuperar lo que fuimos ayer.
La sonrisa abandono mis labios...
Se fue cuando me sentí sola aun entre tantas personas; en sus rostros no veía nada, eran vacías caras blancas. La peor soledad es la que se siente cuando todos están ahí pero no te escuchan.
Mi alma grito, grito, grito hasta que desgarre mi voz y seguí caminando, tratando de buscar el sendero de regreso a tus brazos y el suelo se abrió bajo mis pies. Ahora estoy sujeta al borde del vacío, mis manos lastimadas y cansadas se aferran con fuerza... Yo no me quiero rendir.
Escucha mi voz gritando tu nombre, escúchame y sálvame.
Mi alma dice que aún hay esperanza para ti y para mí...