cami-de-sirga

Tú, que siempre velaste por mí

 

(querida madre)

 

Para muchos, Florencia, hermosa ciudad,

Representa un icono de mil caras

De hermosaura, belleza y grandiosidad.

Así es, una obra de arte toda ella

Que se hizo, con destreza,para toda la eternidad.

 

Florencia, en cambio, me recuerda a mi madre,

Que lucio siempre ese nombre con orgullo,

Aunque la gente del pueblo le llamara siempre, Flores,

Haciéndose heredera de lo virtuoso de esa ciudad

Hecho en ella, por gracia de Dios, carne.

 

Tuviste conmigo un parto difícil,

Prematuro, pues me venía con prisas antes de tiempo,

Y tú sentiste, al saltar del tren, que algo se desgarraba

Cuando yo, por salir, de tus entrañas me arrancaba.

 

Resulté un varón pequeño, que cabía en la palma de una mano,

Y ya de principio, poco comedor, que tú,

Falta aún de leche, me hiciste mamar de todas las mujeres del pueblo.

 

Así que, si hermana de sangre sólo tengo una,

De leche, más que dedos tienen mis manos,

Ya sean varones o hembras,

de todas sus madres mamé, una a una.

 

La de inventos que hiciste

Para que comiera y creciera fuerte,

Pero ¡qué lento era comiendo!,

Y tú, aguardando, paciente.

 

Me llevabas en verano a los Pirineos,

Buena leche, buenos quesos, fresco el ambiente;

Cruzaste infinidad de riachuelos conmigo en brazos,

Aigües Tortes, Sant Maurici y otros lares…

Y que si quieres, que no comía el mozalbete.

 

De pequeño, ya en la escuela, leche en polvo de los americanos,

Corrían los inicios de los sesenta,

Con una cucharadita de cacao en polvo

Para engañar el mal gusto de esa leche.

 

No sé si con ella los yankis experimentaron

O si era, cierto, ayuda a esa España enferma

Que aún se iba creciendo a sí misma, tras las postgeuerra,

Con la ayuda de la gente extranjera.

 

Tú, toda una modista y madre,

Hiciste también las veces de padre;

Tú ponías el orden y la abuela, los mimos,

És fácil saber a quién me arrimaba, a mi yaya Carmen.

 

Mi abuelo, también en casa,

Era otro cantar, discreto, trabajador y serio;

Era él quien traía la mayor parte del sueldo

Y yo le quería, aunque con mucho respeto.

 

A temprana edad partí de casa

Y con casi doce años fui a Maristas,

A estudiar fuera, como otros muchos,

Y aunque parecía un adiós también prematuro

Casi cada quinze días una u otra me venía a visitar.

 

Fui creciendo en edad y sabiduría,

Mucho decir, quizá, pero te llenaba de orgullo

Ese hijo tuyo que de matrículas de honor en el pueblo,

Aún ahora no dejaba de estudiar,

Hacer deporte, subir montañas y hacerse maduro.

 

La vida me llevó por muchos derroteros

Para gustar el saber de buenos maestros;

Me gustaban las letras, el misterio y la Psicología,

Quizás aún más, la Teología y la Filosofía.

 

Cuando venía a casa en fistas señaladas

Me gustaba mimarte hasta el pequeño detalle

Sabiendo que eras única y especial,

La mejor para mí, de todas las madres.

 

La enfermedad se te hizo compañera muchos años

Y mi presencia a tu lado fue constante;

Y si bien antes, marche a temprana edad,

Ahora me tenías junto a ti a cada instante.

 

Mi trabajo y mi vocación de educador

Pasaron a un segundo plano, eras tú lo más importante,

Y aunque otros encontraron en falta mi presencia

Es a tu lado donde debía estar, cuidándote.

 

Mi hermana y yo te hicimos de ángeles,

-Aunque ella con tres diablillos a cuestas-

A ti, que nunca antes nos fallaste,

Hasta que un día en un lecho frío de hospital,

con nosotros dos al pie de tu cama,,

y en presencia de Dios, expiraste.

 

Nunca tendré palabras bastantes

Para dar gracias a Dios por haber tenido tal madre,

Y es que como tu, madre, sólo hay una,

Entregada, abnegada y honrada como ninguna.

 

Besos,madre,

Te enviamos en alas de los ángeles,

Para que los recibas, cariñosos,

Allá en el cielo, junto al Buen Padre.