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Hubiese querido robarle minutos al tiempo…
aquel día cuando tú y él se procuraban,
cuando en un abrir y cerrar de pestañas
tu vida “un trofeo” a él le entregabas…
Aquella noche de pensamientos espías,
ésa, que siempre llama a “los porqué”
para que se hagan presentes “después de”
subía y bajaba mi mirada sombría…
los ojos espabilados tal cual soles ardientes,
fue una reunión de ayeres muy concurrentes,
yo no encontraba los verbos presentes
ésos, que en su justa medida justificaran
lo que no debió suceder y se dio.
Sólo veía llagas en el alma indolente,
heridas que se gestaron y nunca sanaron,
eso fue lo que esa noche los silencios me contaron…
fueron progenitores que creyendo educar en lo correcto,
la vida les dio de sorpresa un triste concierto...
Era ella, una carita fresca y hermosa,
con catorce años de vida y entrega que fueron burlados…
o quizá… hasta espantados por un ”momento”
en un rincón prohibido e irrespetado,
como lo que cada uno a sí mismo se permitía…
ella, sólo buscaba unos brazos y unos besos…
caricias eventuales que le compensaran
de algún modo, un sinfín de tristezas adosadas…
fue víctima de los apetitos de su piel lozana
en unos hambrientos brazos casuales,
jóvenes y atrevidos como los quinceañeros,
unos besos que nunca debieron existir
y unas razones que mal vivieron y han de vivir…
puede que yo soñara hacer de un desierto un paraíso,
pero he necesitado embriagar de conciencia
un pedazo de locura, porque así lo siento,
qué pena que jamás alguien pudo asir los minutos y decir:
¡he llegado a tiempo para aliviar tu tormento!
Hija del Sol
Junio, 27 - 2013
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