Al ver que la miseria día a día,
sacude los cimientos de este suelo,
vistiéndola de rojo y negro duelo,
le nace al corazón la rebeldía,
Consume el aire tanta tiranía,
fríos ríos de amargo desconsuelo,
ahogando la esperanza entre el hielo,
matando el porvenir a sangre fría.
Escuchen habitantes de la tierra,
los que la miserable miseria hiere,
y el parecer mezquino roba calma:
Hay una que paraliza y aterra,
(bendito aquel que escapar pudiere),
de la miseria que yace en el alma.