Fuiste un amor que no alcancé a atrapar,
que no supe valorar en su entrega de bondad,
un alma libre del mal y osada en su caminar,
el ángel de los iluminados ojos que opacaba toda crueldad.
Keila era el nombre de aquella mujercita,
que anhelaba un amor en una vida que no la supo tratar,
mujercita tu tenias la mirada a la verdad,
tus ojos de franela le sollozaban al amor con dulce piedad.
Pero huiste lejos ahogándote en silencio
y caminaste sola en un viaje sin regreso,
tal vez esperaste demasiado nuestro encuentro,
al que no estuve preparado para llegar a tiempo.
El árbol de tu vida fue arrasado por el viento
y yo aún busco las raíces para tener algún recuerdo,
como el de tus ojos que me despierta cada día,
y me encadena a tu siga hasta el más lejano umbral.
A veces sueño que estas, enlazando mi cuello, queriéndome llevar
tan lejos como puedas, donde jamás me pueda alejar,
pero luego de pronto te vas, y mi corazón no lo puede aguantar,
vuelve ese frío fetiche a mis espaldas que me hace culpable de la realidad.