Encontraré la pista entre los pétalos
para saludar un nuevo día.
Más doy una vuelta en el aire
y así voy sangrando por mi herida.
Yo subiré la escalera de los ángeles
porque el cielo está de amanecida.
Más un demonio me ataca en un péndulo
y caigo de bruces, ¡tierra mía!
Invocaré al Príncipe Luciérnaga
en la humildad de estas horas mías
y saciaré mis ansias tabernáculas
cuando la luna desborde en las orillas.
E.D.A