Podría escribir odas a mariposas de colores
octavas a nenúfares flotantes en claros charcos
cuartetos a gráciles colibrís en perfecto equilibrio.
Podría alabar a un delgado arcoíris de luz en lontananza
describir montes azules de argentas cumbres,
donde la soledad del hombre solo sea
espíritu atribulado que mira desde afuera
añorando cuánto paraíso perdido
aún nos queda, cuánta postal imaginada.
Pero no necesito hacerlo, porque la maravilla
yace dentro de mis ojos, aquí muy dentro,
desde donde miro cuánta realidad por hacerse
cuánta luz por repartirse, cuánta reflexión
que se ha omitido entre escapes y olvidos.