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LOS NIÑOS DE LA ESQUINA

Me he perdido en la cocina

y el reflejo de la olla

me determina;

un rostro largo y

prolongado me llama:

¡los niños de la esquina

no tienen que comer!

he bebido el agua

con el sigilio del tiempo;

¡los niños de la esquina

tienen sed!

he llegado al ropero

y el suéter me habla;

¡los niños de la esquina

tienen frío!

he cubierto la cama

con la cobija del presente;

¡los niños de la esquina

no tienen cama para dormir!

he recorrido la casa

con la escoba de todos los días;

¡los niños de la esquina

 tienen hambre, sed, frío, sueño

y no tienen casa qué barrer!

Floryluz