Se despojó de sus finas telas
transparentes, finas, provocadoras
esas que cubrían su fina piel y dejaban entre ver
sus encantos, sus tesoros, su desnudez.
Deslizaron por su cuerpo lentamente
hasta caer de forma sutil en la arena
se ofrecía por entera a su amante, ese...
que bañaba su piel con chispas de sal.
El sol la abrazaba y ella...
al tiempo que se acercaba a su eterno amor,
dejaba huellas del peso de su amor en la tibia arena negra
donde las olas al romper en la orilla, borraban todo aquello...
mar celoso de todo, de todo aquello que pudiera sentirla.
Entraba sonriente, ofreciendo lo mejor de si misma,
regalando sonrisas a cada ola que la envolvía,
la excitaban, disfrutaba tanto....
tanto disfrutaba que el mar se abría.
Hundió su cuerpo en él
para hacerle el amor como a nadie
porque no hay mejor sensación para una sirena....
que hacer el amor con el rey de los mares.
Su excitación descubría una aleta...
hermosa, eterna y brillante,
sus ojos eran luz pura entre corales y los peces
eran testigos de una entrega sin fin...
con su fiel y amado amante.
Dejar todas sus energías en su entrega
para ella era volver a nacer,era excitante
hacía el amor una y otra, una y otra vez más....
hasta que la luna aparecía para deslumbrarles.
Una enorme y curiosa Luna
que no se tabapa los ojos, solo quería observarles
y servirles de espejo desde el cielo
donde se reflejaban haciendo el amor,
donde solo ellos podrían disfrutarse.
Salía la sirena sin mirar hacia atrás
mientras el mar reposaba bajo la luna
observando su belleza y su andar
así era Mujer Luna
la amante más deseada del rey del mar.