Una vez se tiró en una hamaca, había césped, debajo cubría todo y las piscinas cerca. El bullicio no le interesaba. Oía distintos idiomas, eran meros ruidos, que desinteresadamente invadían su espacio. Por eso buscó un poco de silencio, se acercó al arroyo. Allí estaba más tranquilo, eran los pajarillos que le invadían con sus trinos, una barca en el muelle. El recordó sus días de capitán cuando estaba a cargo de una gran tripulación y desempeño.
Extrañó aquellos días extenuantes, cuando estaba en tierra sentía no estar embarcado y cuando se introducía en los mares, por varios meses, también tenía nostalgia de los momentos que robaba a su familia.
Mas no conciliaba uno y otro al mismo tiempo.Era también la vida que había elegido, no se arrepentía de nada, había hecho lo que había querido. Era un hombre mayor que peinaba canas, mas las mañas no había perdido y quedaba el fulgor recuerdo de un amor en cada puerto. Tampoco era un nostálgico. Disfrutaba de su segundo bisnieto, era un niño muy juguetón que enredaba sus manitas en su suave barba blanca