Costantino

Chaltén

Creo que verdes han de ser los tonos

que, desde siempre, evocan la textura

y la serenidad de tu rostro,

arraigado en mi sendero.


Aunque la intensidad azul,

esa que no logro saborear

sin detener mi marcha para alzar la vista,

se amarra en mi pecho;

y la desanuda.


De todos modos, inferir que es vida aquello

que brota una y otra vez,

quién sabe de quién,

blanca y fiel,

me conjura peregrino hacia sus laderas.


Y mientras tanto aquí, muy abajo,

sabe a tu piel

el ocre manso de esta tierra,

taller de vientos,

telar de distancias y de quimeras.