No es cuando de repente el día se torne en noche.
No es cuando me retuerza de dolor entre las llamas
y el calor consuma mis huesos; no es cuando calle
el gurú que me hace soñar.
No es cuando el fuego reclame mi cuerpo y el
crujir de dientes y el miedo me hagan palidecer.
No es cuando todos seamos arrojados a una
inmensa caldera ardiente por los siglos de los
siglos, ¡No!
Es solamente cuando mire alrededor y descubra
que a mi lado no estés cuando al fin estaré plenamente
convencido de que en el infierno me encuentro.