Juntos bebimos el vino de la noche,
de madrugada tu amor fue una vela
a través de la penumbra.
Juntos regresamos de ninguna parte
como minerales en boca de la tierra,
con sinfín de agrupadas penas,
con declive de estrellas humedecidas.
Juntos concebimos promesas sigilosas,
arrastrando con nosotros el valle del silencio;
la madrugada moría en tus ojos,
en tu boca se abría una montaña.
Ah… cardúmenes de astros bailaron
en tu pecho.
En ti mi vida guardó su llave,
desperté en tus manos como un niño perdido
en el vientre olvidado.
Juntos hicimos de la dicha racimos, destronamos la agonía
en su raíz enredada. Juntos fuimos
por el largo pasillo tenebroso,
tomados de las manos hasta que la puerta se abrió,
y el mundo fue viento,
las ciudades y el tiempo fueron niebla.
Quedamos tu y yo, acorralados por la sangre,
amando la noche asesinada.