Amor de mi vida, te estoy escribiendo en esta tarde de cielos grises, cuando la lluvia cae lentamente y algunas gotas se deslizan por los cristales de mi ventana. No hay aves revoloteando alegres, solo un triste gorrión perdido que se despluma en un árbol desnudo y frío. Y así me siento, como esa ave, pérdida, sola sin ti, con el frío que recorre mi cuerpo, abandonada en los brazos del silencio.
En vano espero de ti una llamada, una palabra que me dé el aliento, para seguir en esta espera que es un verdadero tormento. Te he escrito mil poemas con la tristeza de tu ausencia en mis versos, poemas que quizás en algún lugar del mundo, tú estarás leyendo y que taladrarán tu alma, porque sé tú también me sigues queriendo.
Cuando te marchaste, me quedé plantada con el corazón deshecho, derramando lágrimas de sufrimiento, emprendiste tu viaje hacia tu tierra lejana tan lejos, tan lejos, que imposible sería vivir un nuevo encuentro.
Nuestro amor pertenece a un destino incierto, lo que suceda, solo lo sabe Dios y el tiempo.
A veces me pregunto, ¿Sabrán algún día mis sucesores, que por ellos dejé ir al amor de mi alma? Ellos que en ocasiones no me comprenden y me tratan como si yo fuera un muñeco, un libro viejo, me ocultan las palabras, no me demuestran ningún aprecio y sin embargo, estoy acompañándolos en sus alegrías y en sus padecimientos.
Cuan arrepentida y cobarde me siento, porque no fui capaz de dejarlo todo para correr a tu lado, pero la felicidad no habría alcanzado por completo, porque me habría envuelto el remordimiento, nuestro amor habría sido forjado, dejando a otros padeciendo.
Es verdad, hoy el dolor consume mi alma, pero mi conciencia está en paz y no me acusa en ningún momento.
Y vivo día a día viendo transcurrir el tiempo, sin ti, entre nostalgias, amarguras, pero con el contento de haberte amado, de seguir amándote, en la distancia y en el silencio.
Amor de mi alma, vida de mi vida,
veo como las flores se marchitan
y otra vez se sucede otro invierno.
Pienso en ti
aferrada a tu recuerdo,
prisionera de tu ausencia
y callando mis lamentos.
Sufren mis venas,
de duelo está mi cuerpo
y mi alma se desgaja,
por este amor estar padeciendo.
¡Oh amor de mi vida!
No deseo llegar a la locura
para olvidarte, quiero vivir serena.
¡Permíteme vivir sin ti!
Llévate tu recuerdo
y déjame
en la noche oscura,
sin espera,
con mi tristeza … con mi pena
y con la alegría de amarte, eterno.
Liel