Hace unos días apenas
sin que te dieras cuenta
te miré detenidamente,
imaginación mía seguramente,
volví contigo a otra época,
dormida,
dormidita entre mis brazos,
mi linda nena.
Aprendí a caminar contigo nuevamente,
a descifrar cada palabra tuya,
a compartir tus juegos favoritos,
tiempos aquellos exquisitos
que cual torrencial lluvia
inundaron mi vida para siempre.
Me recrié en tu crecimiento
de niña a adolescente,
de adolescente a mujer,
cultivando en tu maravilloso ser
cuerpo, espíritu y mente,
la fuerza inagotable del conocimiento.
Vaya que creciste, mi linda nena,
hoy como mujer me llenas de orgullo,
por lo que eres y lo que serás,
porque al graduarte de profesional
tomarás un camino seguro
lleno de vida y de cosas buenas.
No quiero más que tu felicidad,
sembré y coseché un hermoso fruto,
ahora te toca a ti librar tu destino,
Dios me permita seguir en tu camino
para continuar disfrutando tus triunfos
y para ayudarte en lo que pueda ayudar.