La ciudad es un hormiguero
de ojos que ruedan a las cloacas.
Las sombrillas paralizan
el tiempo en las aceras.
Teje una mujer entre sus piernas
un nido de imposibles y mira
cómo sus sueños ruedan de ojos en ojos.
Las camisas cansadas
evaporan sus sueños.
Ojos ladrones desvisten
a las muchachas y sin pedirles permiso
les sacan radiografías tibias.
El sol apaga sus reflectores
y el jadeo de la ciudad se adormece
con el ronquido de los motores.
Miro el reloj que quiere hipnotizarme
y borro al anochecer los ojos
de todos los pájaros ciegos.
Soy el ojo solitario
de una máquina fotográfica
que se guarda en su propia
cloaca.