Por culpable siento el reproche
de un llamdo duro y cercano
que me reprende como humano
y quita mi sueño en la noche.
Buscando una justificación
me resultó vano el intento
y es tan inútil el lamento
como querer implorar perdón.
Siento el dedo que me acusa
y ya no busco sitio para huir
ni apelo a la cobarde excusa.
La conciencia no deja vivir
cuando de lo malo se abusa
y el alma la desea evadir.
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juan maria