Mary y Pepita, se fueron a buscar una aventura de último momento.Eran amigas de toda la vida.Habían hecho la primaria juntas y luego cada una se había separado por distintos motivos, trabajo, casamientos, hijos, etc.
Ahora luego del paso del tiempo, la casualidad hace que se crucen nuevamente. Por ello deciden reencontrarse a sí mismas, como aquellas adolescentes que habían sido. Se reían sin cesar, acordándose de las tonterías, por las cuales se seguían riendo. Sí, tantos momentos que habían solidificado una amistad.
Pepita era una señora, de mediana estatura, muy coqueta, no daba la edad, y no por las cirugías, que se hubiera hecho. Mary, la vida la había castigado un poco más, y parecía que una locomotora la había pasado por encima. Mas, ella no quería lucir como Daisy, la novia del Pato Donald, cuando quedan todas estiradas y con el corazón estrujado. Por eso llevaba bien sus arrugas y su espíritu jovial, hacía que se hubiera lanzado a un nuevo emprendimiento. Había puesto un hostal, que le daba albergue, a estudiantes, así también se mantiene fresca, con el contacto, de los jóvenes.Los invitaba a tomar el té y le preparaba dulces, que sus mamás jamás le habían hecho, por falta de tiempo o porque eran de otra generación. Por eso ella se hace confidente de muchas historias. Ahora con Pepita, los fines de semana, dejaba un encargado que se ocupase del hostal y ellas se iban de campamento, por distintos lugares. Recorrer algunos ya conocidos, en los tiempos de la juventud.Sin embargo estos estaban bastante cambiados, llevaban rifle y cazaban perdices cuando lo permitía la zafra.