Quiero, bien mío, la energía eólica para viajar contigo en las alas del invisible viento hacía lejanos mundos donde priven la bondad sobre la mezquindad, la paz sobre la turbulencia y la dicha sobre la adversidad.
Quiero, bien mío, la energía lumínica perdurable para que seas un halo de luz, toda brillantez y toda claridad y no temer las sombras fantasmales que aterrorizan y atormentan mi vida y me transmiten la pusilanimidad que me obliga a ser un permanente fugitivo de los retos, aun aquellos diminutos.
Quiero, bien mío, la energía hidráulica que me permita ser fuerte como el roble, valiente como el gallo de pelea y rápido y certero cual la saeta lanzada por diestras manos.
Viento, bien mío, que besa furtivamente tu rostro y desordena tu cabellera de cascada.
Luz, bien mío, que te abrasa para encontrarte en la penumbra.
Agua, bien mío, que juguetea en tu cuerpo.