(...) Hurux pareció saber lo que me sucedía, ya que se aproximó a mi cuerpo y lo abrazó. Me acarició el rostro, llevando mi mano a la suya.
Hurux- Tócame Maktub, soy real; aunque sea una parte de mí lo es. Recuerda que somos uno ¡Recuerda!
En ese momento, me silencié. Todo mi diálogo interno se silenció. Me limité a responder los estímulos de Hurux.
Hurux- Ven, vámonos de aquí. Parece que éste árbol ya se vició de nosotras –rió- Es que a los árboles no les gustan mucho los humanos.
Maktub- ¿Por qué razón?
Hurux- Pues… me parece una respuesta obvia –dijo entre risas-.
No entendí a que se refería. Hurux comenzó a caminar, fui tras ella. Mientras andábamos, vi sombras azules moverse, diferentes cielos superpuestos en un mismo lugar. Era de día y era de noche. Me resultaba extraño. Todo estaba perfectamente fusionado. Los extremos antónimos se rozaban. Parecían a punto de fundirse.
Cuando me di cuenta estábamos sobre una gran piedra, una roca gigante. Era dorada, y emanaba un brillo enceguecedor. Tenía diferentes trocitos de colores. Me fascinaba cada vez más. Cuando iba a tocarla, Hurux me detuvo diciéndome.
Hurux- No te pierdas en sus detalles insignificantes. Vamos Maktub ¿Qué sientes? Silénciate.
Autora: Sasha Bartel