Puse barreras a mi corazón,
para que no siguiera amando
y secuestrado lo tenía dentro de mí.
Lo cerqué con vallas de resentimiento
porque asi creí me libraría
de las garras del dolor y del sufrir.
Pero me equivoqué,
y no pude vedarle su sentir
porque cuando el corazón se enamora,
no le importa convertirse en tu rival
y aunque uno sufra, no deja de querer
a quien con todas las fuerzas desea odiar.