Hemos de hallarnos, amor.
Fuimos solos, ardíamos de soledad
en el luto escarlata de otros brazos
alzabámos la vista y era el hogar
una tregua marchita en el regazo.
Adoptamos al amor
como el riachuelo para dormir la nostalgia
no sabíamos que el amor recorre
atajos, precipicios y quimeras coronadas
antes de ser presencia de muerte
eslabón de olvidos en la mirada amada.
¿Cuándo dimites de mi nombre,
no sientes que son tuyos
los límites y la nada?
Amor,
eco de estaciones en las tinieblas del alma.