“Y CUANDO OS HABLE, CREED EN ÉL
AUNQUE SU VOZ SACUDA VUESTROS SUEÑOS
ASÍ COMO EL VIENTO DEL NORTE DESTROZA EL JARDÍN”
CAPITULO II, EL PROFETA DE GIBRAN JALIL GIBRAN,
Sobre un país apretado y escurridizo
hemos crecido entre caudillos
y reglas de oro para contentar al pueblo.
En la otra acera (al otro lado del Canal de Panamá)
el cristal se enturbia
cuando la casualidad proyecta su luz
con la maldita truculencia
en el estómago vacío
He visto sonrisas
entre avalanchas
de costumbres inverosímiles,
como aquella de contar los “Franklin”
ante la vista del pobre
y repartir migajas para aprobar leyes.
Rebajar la comida y subir los salarios ahhh, puede esperar.
La mejor ley:
Lo tuyo para mí y lo mío para “yo”.
Desde entonces conozco el fantasma
de la inopia
que recorre mi patria y Latinoamérica
La mano peluda que ahorca futuros promisorios
Es increíble como suelo refrendarla en mi poesía
por ser marca registrada, certificada,
de acero inoxidable, de doble tracción
y equidistantes sentimientos
los ricos y los pobres.
apátridas sin himno ni bandera
por eso todo está claro, jodido
y solemos gritarnos desnudeces
cuando fallamos los piropos
entre verdes parques
verdes monumentos,
verdes plantas,
verdes paseos,
verdes árboles
verdes billeteras
con verdes dólares…
El color no podía ser otro.
¡Verde! verde transparente,
tan transparente como el saqueo al erario
hermosamente pintado
junto al escuálido ciudadano
que cada quinquenio
hace interminables
y borrachas filas en la urnas.
“Aquí se esfuma el dinero de los sueños” dice un cartel
“Aquí se fuma el hambre del pueblo” releo sin lentes.
y todo… todo es impensable
como es de impensable lo que puede hacer un poema
o un simple verso.
Levantar al más caído
a ese que no sabe lo que es la poesía
y la deja enclaustrada en la vida
sin vivir con los demás y ser los demás
… uno mismo.
pero siempre hay uno dispuesto
a dar un granito de arena
un buche de agua
un cántaro fresco
una letra
algo de todos,
de nosotros
para soñar,
porque la fe nos pone de pie y a ver ancho el panorama
Entonces diremos: El sol no falta
ni siquiera cuanto la tormenta cae de repente
como una imperfección líquida y aniquiladora
sobre el futuro del pueblo.
Autor: JUSTO ALDÚ / Julio Stoute
Todos los derechos reservados. poema registrado