La noche se asiló en las estrellas.
Veinticuatro horas de lumbre tediosa.
El sol eterno y anaranjado, irreverente,
conoce mis puntos álgidos
y los enciende provocativamente.
Puedo ser más insolente que él,
pero él es más fuerte que yo.
A oscuras soy fuerte.
La luna, amiga y confidente,
me eleva hasta ella.
Y me brinda fórmulas
para enfrentar el destello
que tanto duele.