Supe con la edad
que mi pequeña dolencia
era una supurante herida
que abría mi carne.
Creí en el consuelo de la experiencia,
en el fragor de mi mirada
entre tanta vicisitud anodina,
pero mi andadura fue comedia
barata de amorfo espectador
y acabé como arlequín decapitado
a contraluz del proscenio.
Ahora sólo respiro
confabulándome en un silencio
que se me ocurre tan saludable.
Kabalcanty©2013
Madrid-España.