Brisa que recae en mi cuerpo
Neblinas que abarcan mis pensamientos
Comencé a vivir como un náufrago cuando recién te vi
Pues supe que un viaje tremendo había emprendido
Cuando tus manos me mostraron la delicadeza de sentir.
Me llevaste tan lejos, avanzamos cada complejo sin residir…
Pues dejaste el más hermoso mensaje en mi alma
Que me ha motivado a vivir.
Percibí tal inocencia, tu frialdad encendía el calor de mis reservas
Lo que nunca creí capaz de manifestar,
Divina simpleza que andaba para a mi ser complicar,
Llegue a cambiar y acariciar las bellas razones que encendían esa luz.
Esa luz interminable, sumamente brillante que cegaba a aquellos inciertos,
A los dudosos que solo te superficializaban
Me compadezco de ellos…
Y a la vez me siento dichosa
Dichosa de saber que ablandaste esa coraza que aquella tragedia desamparó,
Y dejar que este iluso corazón, que la misma grandeza que el cielo mandó,
Te demostrara que de cariños y amores, en todos lados se te sumaría
Y te alegraría abrasando tantos tonos de colores.
Ahora que cumpliste tu razón
Ahora que sembraste cual paz como un rosal que brota y brota
Cada sonrisa que sacaste de esta disipación,
De esta lucidez que mi ente y mi ser sufrieron por un momento
Mas esa neblina que perduró suficiente para enseñarme
Que seguramente en algún tiempo u otra estancia
Recibiremos el albor pleno de los nuestros seres
Más que unidos y latentes,
A la línea de los trinos y encuentros
Mientras tanto, tus dolores mantendré de lejos
Y los sentires nobles de mi alma te obsequiaré para siempre.