Una golondrina endulza mi oído
con su cantar desde la espesura
haciéndome sentir con su ternura
la caricia del viento en su sonido
Camino tras su canto colorido,
y contemplarle anhelo con premura,
pues no verle sería una tortura,
porque mï alma su canto ha prendido.
De pronto al verle, es mï emoción tal,
que sin pensarlo hasta su nido vuelo,
recibiendo su saludo cordial,
Empieza nuevamente el recital,
es única en su trinar, es mi cielo,
es mi golondrina y yo su cardenal.