benchy43

BAILEMOS, MI AMOR.

 


 

“El que escucha música siente que su soledad, de repente, se puebla”.
    Robert Browning (poeta y dramaturgo inglés 1812-1889)


Bailemos, que las notas del vals se diluyen tibiamente
en el  chispeante y vivaz espejo de tus ojos.
(La llovizna golpetea los cristales y es un picaflor tu pícara sonrisa).

Ven, bailemos que hay una nube rosa entretejiendo rayos
y un arco iris al fondo de la sierra traza colores con olor a trigo.

Ven bailemos, que los claveles danzan sus cantos de rocío
y en el sendero gris de pedregullo van caracoles silentes en desfile.

Déjame ceñir tu cintura, mírame a los ojos, mi pequeña,
que en el devaneo son los sueños que pintan su acuarela.

Siente los violines, el vuelo de palomas entre giros,
 sólo la música y la danza, sin palabras, y el silencio de las gotas
que acarician los jardines.
(Y tu respirar que sabe a aliento de jazmín y suena a mar
languideciendo en lejanía).

Déjame apretar tu talle y que el tiempo transcurra entre las vueltas,
déjame besar tus párpados  vestidos de dulce terciopelo.

Ven,  bailemos la ensoñación de los cisnes, el surgir de primavera,
la tersura de tus besos en la roja corola de tu boca.

Que los sones del piano se han trepado  a la alameda y se lanzan
ataviados con reflejos de  la luna.
(Y ahora titilan las estrellas y ruedan sus fulgores  en rondas luminosas,
acompasando brisas).

Déjame, mi cielo, impregnarme de tu halo de fragancia,
del calor de tu pequeño cuerpo, déjame remontar tu pelo negro.

Acerca tu corazón muy  junto al mío, libra tu pensar en los bemoles
que la alborada va pariendo lánguidas neblinas
y se incendia el embeleso en la fogata.

Bailemos, mi amor, bailemos.





Derechos reservados por Ruben Maldonado.


(Publicado el 27 de Agosto de 2010 a las 00:01)

 

Fotografía de Gabriela María Pía Maldonado.