esthelarez

11. TrÁeMeLo...

 [mi amanecer a más de 20 000 ft de altura, con el recuerdo en él]

 

Tantas veces el Alba hasta mis ojos llega,

y deslumbra mis ansias convertidas

en ruegos y esperanzas al despuntar el nuevo amanecer.

 

Pretendiendo llegar hasta el coche en que viaja el Alba

otras veces, este ruego elevo desde el fondo de mi alma:

 

Tráeme:

el suspirar de su cuerpo envuelto en truenos,

el chispeante color de su piel algo canela

en los destellos más radiantes,

la calidez de sus brazos y sus manos

en el tibio despuntar del tierno amanecer,

el brillo intenso de sus ojos

en el destello de las últimas estrellas,

en el gemido del viento

su voz baja y melosa

llegando a mi oido algo caprichosa,

derramado en el sabor del cielo

el sabor de su cuerpo sensual y exuberante

con olor a sexualidad sin desconcierto,

en el color carne de esa nube

lo varonil de su cuerpo sea el encuentro…

 

Pero tráemelo Alba

ahora y luego te suplico…

 

O apaga para mí el llegar del Alba…

para que mi cuerpo llore sin consuelo

la ausencia del amado tierno y feroz

con el recuerdo enhiesto,

para que se transmute en hielo mi deseo efervescente,

para que los sonidos se apaguen desgarrados

por el mudo lamento del orgasmo ausente,

para que mi piel se desgrane lerda por las caricias

que tiernas y fogosas ya no me encenderán como era otrora,

para que lentamente y sin consuelo se apague mi interés

en las delicias de la vida y mi sentir muera sofocando

las ansias de la aurora vivaz y pecadora

porque el Alba ya no trae los recuerdos del pérfido amado

que sostenía mi cuerpo, mi alma, mi espíritu y mi esencia

allí, en el recinto sagrado del pecado lujurioso e indómito

a cada llegada con el Alba, ahora sola en la presencia.


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