Vi quemarse
al pajonal reseco
y un dolor grande
me brotó por dentro.
Lo vi callado
y hasta indefenso
levantando cortinas
de humo espeso.
Lo oí crepitar
enfrentando al viento,
chamuscando ramas,
negreando el suelo,
pintando de luto
al campo entero.
Vi quemarse
al pajonal reseco
y añoré con nostalgia
a los inviernos
que hacen del verde
un bello templo
para que la vida
brote de nuevo;
alimentando las reses
a campo abierto,
alegrando el paisaje
con el verdor fresco.
vi quemarse, amigos,
al pajonal reseco
y por eso, dolido
hice estos versos.
Autor: Alejandro J. Díaz
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Maracaibo, Venezuela.