Darío Ernesto

Amante sabiduría

Rumiando este  devenir ...

Prodigios del caminante Esquiva naturaleza, pensante,

 He aquí, que forastero en tu alma, en tu existencia Me poso,

muy breve, fugaz  y esquivo

Cual  ave en tu jardín,

Aquella  bella blanca,

que anunciase los fríos Pájaro de la nieve,

de espalda tierna y nieve

Cruzando y matizando

colores nubes de grises,

a lo lejos   avizoro el vendaval,

remolinos del hielo Cubriendo de obscuridad y sombras,

Este grisáceo tiempo,

poblando de silencios

Almas peregrinas almas arropadas,

encorvadas de resignación y desolación .

Vacías están las huellas

Como abandonados los nidos,

esmerado hogar de criaturas volátiles

que emigraron al instintivo itinerario  

distancias y nostalgias.

Otoño mío, te llevaste las chicharras,

y los jilgueros,

al infinito, embarcando en zozobras las primaveras  

sellando el aroma de las flores amarillas del espinillo,

dejando hielo en la hierba 

marfil y ocres como los huesos,

así  vestiste  el manto del valle en cada paso,

estación del año,

que dejaste los pichones del ruiseñor, trinando en las mañanas

rompiendo la escarcha.

 ¡Todo es gris desde mi mundo,  continente  hermosísimo !