Cayó a sus pies como una hoja que deja caer el viento, inmóvil y herido le fué imposible levantar el vuelo. Entre sus manos lo tomó con extrema delicadeza y le dió de beber un dulce néctar que lo ayudó a recobrar la fuerza. Fué suyo por un instante, pero al saberse cautivo el miedo lo hizo batir sus pequeñas alas estando entre los dedos de ella, quien por temor también a lastimarlo abrió su mano solo para mirar su vuelo ágil y raudo atravesando la ventana rumbo al cielo en busca de otros elixires y flores... Así supo que no lo tendría más.