Fuerte pero cierto: El pan se pone duro, el cielo se vuelve oscuro y nuestro rostro se sigue pudriendo frente al espejo. La belleza externa es pura vanidad; el que la busca es semejante a aquel que intenta encerrar la neblina dentro de una jaula de pajaros y después de muchas frustraciones se da cuenta de lo inútil que son sus esfuerzos; el intentar conservarla es una lucha en vano. Mas la verdadera belleza, aquella que no arrebata el tiempo habita en lo profundo del ser, donde la piel no se arruga y permanece imperceptible ante el ojo humano.
La vanidad es un culto sin fruto y causa de desilusión para muchos; satisface los ojos pero el espíritu sigue clamando. A mi juicio les aconsejo que todo aquel que posea la felicidad del amor no la suelte y aquel que no la tenga que tampoco la busque, ella llegará por si misma; ni una hoja seca cae al suelo sin que el creador lo permita y cuando él desea otorgar la bendición aunque el mundo se oponga no podrá evitarlo.
El que realmente desee el amor que examine cuidadosamente sus acciones a fin de comprobar si de verdad lo merece y busque la paz con su conciencia haciendo el bien a los demás sin distinción alguna.
El que tenga más bienes de gastar en su vida que los reparta a quienes carecen de ellos; el tener muchas riquezas pervierte el corazón y el que acapara recursos deja a muchos sin comida siendo semejante al que roba.
El que posee más de lo que necesita haciéndose soberbio y altanero en el día inesperado hasta lo que más ama será despojado.
Tener muchos posesiones es una fuerte atadura espiritual
\"No acumules tesoros en la tierra, mejor amontona valores en el cielo\".
Escrito por: Laín Lamed.