Hoy nuevamente yo he vuelto a caer,
de nueva cuenta en la ancestral condena:
Vivir atado con sutil cadena,
Red de suspiros, por fugaz querer.
Vana soberbia es el afán de ser
un loco amante con mujer ajena,
la consecuencia, la perenne pena
de no olvidar tan celestial placer.
Logré alcanzar lo que creí imposible,
noble ternura de candor divino,
y me arrastró la fuerza irresistible
por la aventura que me dio el destino:
mas era flor tan limpia e incorruptible
que al fin se fue... pero olvido el espino.