Con madero en mano,
tras de mí se atranca un cerrojo,
acomodo en mi saco el llavero,
y a hurtadillas mi refugio abandono
para salir al mundo a pasear mis ojos.
Abrazo éste, mi viejo diario
mi más fiel y sabio compañero
en que desde hace años habitan
unas gomas, un par de lapiceros
y una que otra terca termita
Me sumerjo en el suburbio
acompañando a mi sombra
sin dirección, sin vía, sin rumbo
con mi intuición como única guía
cual orgulloso vagabundo
Sobre las aceras de las avenidas
tropieza mi lentitud con el paso veloz
de adultos que tratan de rejuvenecer
y esa juventud cada vez más precoz
que van enfundados en su propia vida
Ejércitos de autos en todas direcciones
atiborran de estrepitosos rugidos mis oídos
y a los oscuros caminos de asfalto
en éste lugar lleno de grises fantasmas
que bailan al ritmo del desencanto
Agobiado me detengo en la plazoleta
a reposar mi cansancio en una banca,
aprovecho para inhalar el perfume
que brota del follaje, de las violetas
y del barro que hay en las banquetas
El crepúsculo sin notarlo me sorprende,
me topo ese lugar con el anuncio neón
decido entrar, la música no me ofende
y luego de ungirme un poco de trova y ron
vuelvo rumiando de nuevo a mi prisión
Hoy como ayer, volví a salir….
Pero…. a que salgo?
tal vez a llenar mis horas de algo
o del aburrimiento esconderme,
o quizá tal vez solo para perderme
y que un tal Cupido me encuentre.
tal vez a que el paisaje, la noche
o las miradas tristes de la gente
le susurren algunos versos
a los sentidos de mi mente.
Tal vez a contemplar esa vida
que hace mucho tiempo quise,
para recordar lo que fui
y lo que nunca hice.
Tal vez a gastar el día y la madrugada
porque en mi añeja morada
la soledad y la televisión
nomás no me dejan hacer nada…