Acaso fue el inopinado viento de verano
acarreando sus sonoros abalorios,
rodando la ingratitud de su lejanía
en una inconcreción que hacía daño
aún por muchas noches ventosas.
Parecían cristales decolorados,
abaratados por la suela del tiempo
pero tan familiares como el hilo de mi baba
curvándose inquebrantable y conexo.
Corriste conmigo aclamando altura,
agitando la voz, increpando al imposible,
tan bellamente estúpida, creyente ilusa,
que te curvaste en olímpico salto
y arañaste un puñado de viento,
un reluciente vacío sazonado de ilusiones
enroscándose en el cuenco de tu mano.
Kabalcanty©2013
(Fotografía de José Humberto Davila)