alicia perez hernandez

Muerte nupcial… Siguiendo a Miguel Hernández

El lecho, aquella hierba de ayer y de mañana:

Este lienzo de ahora sobre madera aún verde,

Flota como la tierra, se sume en la besana

Donde el deseo encuentra los ojos y los pierde.

 

Fue mi deseo besar tus ojos aquella mañana.

Siempre fue mi deseo dormir contigo sobre la hierba.

Y ser el lienzo que tus ojos vieran por la besana,

Y ser tu deseo al verme en tus ojos y perderme.

 

Pasar por unos ojos como por un desierto;

Como por dos ciudades que ni un amor contienen.

Mirada que va y vuelve sin haber descubierto

El corazón a nadie, que todos la enarenen.

 

Fui desierto de amor muchas veces sin tus ojos.

Fuimos ciudades diferentes y con deseos de tenernos.

¡Quisimos! descubrir el corazón amando…

En la mirada de la nada, porque no llegamos a tocarnos.

 

Mis ojos encontraron en un rincón los tuyos.

Se descubrieron mudos entre las dos miradas.

Sentimos recorrernos un palomar de arrullos,

Y un grupo de arrebatos de alas arrebatadas.

 

Cuando vi tus ojos por primera vez, de ellos me enamoré,

de tu mirada de arrullos, fui arrebatada en tus alas.

Fui palomar en tu arrebato y amada con tu mirada.

Descubrí en un rincón, tú cuerpo junto al mío.

 

Cuanto más se miraban, más se hallaban: más hondos

Se veían, más lejos, más en uno fundidos.

El corazón se puso, y el mundo, más redondos.

Atravesaba el lecho la patria de los nidos.

 

Nos fundimos en uno solo como nido

y el corazón gozoso en el lecho se acomodaba.

Atravesar dos mundos el tuyo y el mío, estaba lejos.

Entre más lejos te miraba, más te amaba.

 

Entonces, el anhelo creciente, la distancia

Que va de hueso a hueso recorrida y unida,

Al aspirar del todo la imperiosa fragancia;

Proyectamos los cuerpos más allá de la vida.

 

Fuiste la fragancia y el anhelo en la distancia.

Y nos juntamos hueso con hueso para amarnos

Y juramos, amarnos más allá de la vida…

En la imperiosa necesidad de sentirnos unidos.

 

Expiramos del todo. ¡Qué absoluto portento!

¡Qué total fue la dicha de mirarse abrazados,

Desplegados los ojos hacia arriba un momento,

Y al momento hacia abajo con los ojos plegados!

 

Fui tu dicha absoluta y me abrazó tu mirada.

Qué momento vivimos, en los ojos del otro,

Fui tus ojos y tus labios y plegados quedamos

¡Qué mirada, que portento tenerte a mi lado! 

 

Pero no moriremos. Fue tan cálidamente

Consumada la vida como el sol, su mirada.

No es posible perdernos. Somos plena simiente.

Y la muerte ha quedado, con los dos, fecundada.

 

Y morimos en vida al calor de los besos.

Consumamos la dicha y el placer de tenernos.

Nos reímos de la muerte, que ha quedado rendida.

Y seremos simiente en una historia de amor.


=DEDICADO A SALVADOR MI SIEMPRE AMOR=

( Miguel azul  y rojo Alicia)

 Alicia Pérez Hernández 

-No es la pluma la que escribe es el alma-