¡Qué lejos en tiempo real y cuán cerca en tiempo poético, las tres exquisitas musas que el portal “Poemas del alma” puso en mi escabroso y angustiado camino para que cuando vea cuasi agotada la fuente de inspiración que me permite ocupar con portentosas letras la cuartilla vacía!
María, la musa de Argentina, me levanta mi decaído ánimo cuando estoy agotado, a la vera del camino, a punto de renunciar a mis afanes poéticos, con sus cariñitos de luz, de agua o de rosa.
Esther, la musa colombiana, pletórica de amor por su país, que combina la ingeniería con la poesía más gratificante, eleva mi autoestima con sus extraordinarias letras perfumadas de pasodoble, cumbia y porro, cuando mi alicaída imaginación, cansada ya de tanta búsqueda del verbo exacto, y brota la poesía a raudales.
Y Tizzia, la musa mexicana, fortalece mi esperanza de encontrar en cualquier momento cercano o milenario el primor de la fama, del triunfo o la celebridad que alimenta cada día a la insaciable egoteca que vence mi humildad, con el disfrute de la sensualidad explícita en cada metáfora o en cada imagen de su prodigiosa creación poética.