Las frías gotas, caen desde mi ventana y simulan llevarse mis penas.
Pero dolores tan densos como aquellos, son imposibles de despejarse, hasta con la presencia del fluido más sutil.
-Agua pura, con agua inmunda, acaba toda sucia-
A las tormentas de los firmamentos, las confundo con las de mis ojos.
¿Qué diferencia habrá entre las nubes, tan grises; y mis párpados añiles?
Mi cuerpo destella ríos, arroyos y la furia de las mareas.
Ya no brillará el Sol en mi atmósfera, no en este instante infinito, que dice llamarse cielo.
Es el ciclo, la rueda del tiempo y el grito silenciado, de quien se sabe,
más allá de todo trueno.