Supiste que la realidad
era un empeño heredado,
una costra que figuraba
una táctil reiteración
sin contenido, deshabitada.
Supiste del conformismo
que te rodeaba por afligirte
entre tanta locuacidad
cuando te vestías nocturno
y te engolosinabas con lunas.
Supiste de tu intrascendencia,
de tu paso a trasmano,
cuando te desempeñaste
y alargaste ese confín del sueño.
Kabalcanty©2013