Hoy cuando te vi pasar
me dejaste sólo la silueta de una mujer
de pasos rápidos y mente confundida.
La primera reacción que tuve
fue hacerte un poema que se llamara:
“Amé a una mujer soñadora”
pero como no tengo la capacidad de convencer
con rimas o palabras escogidas
a una mujer como tú,
sólo quise dejar que mi lápiz corriera
delante de una hemorragia de sentimientos
no confesados
para dejar fe de cosas que nos hacen falta a los dos