nubialeda

Abejas

No hay nada más exitante,

ver como llueve y

recordar

tu cascada mañanera.

Lentamente bajaste

con una flor,

encendida, eran tus 

labios húmedos que

atrapaban mi piel

deshaciéndola,

en tantas caricias.

Te quiero,

me besas y 

siento un serio 

palpitar, que agita

mis alas y no las 

puedo controlar.

Es un movimiento

acompasado de dos

cuerpos que se aman.

Se unen y se desunen,

piden más.

En la tarde,

en la noche,

mas en la mañana

tu cascada recorrió

mi cuerpo y me convertí

en una abeja reina,

sola para tí,

incapaz de clavar el 

aguijón, porque

sé que dejarías

de existir y

entonces yo también.

Por eso es que 

disfruto lo cadencioso

de este amor

que crece cada

día un poquito

más