Tres sorbos de un amargo café para mi boca… Le pedí al mesero. Éste me miro con asombro y en inmutable semblante; le respondí: _ Estoy acostumbrada… Tres sorbos bastan para sentir el sabor adosado a mi paladar y dejar esa mezcla en mis pupilas gustativas de mis sueños… Solo bastan tres sorbos para despertar en un instante…. Y seguir con el día siguiente… muerta, pero más viva que nunca.
“Es mejor ahora, que mañana…”, me habla el dolor que atraviesa mi pecho….
Le quise dar permiso a mis ojos para vestir de desilusión cristalizada por un instante, por que al vagar por aquellas calles atestadas de jeroglíficos insignes, encontré verdades que abrigaban por si solas.
Me hallé estúpida e ilusa. Y sentí hasta lástima por el alma de mi pluma; púes siempre estuvo tan enceguecida y no reconocía que para él ¡yo!... ¡ya! no existía.
Encontré en el sendero un extenso abecedario, donde imperaban y habitaban cabellos muy dorados. Ellos se agitaban por el viento de sus suspiros y luego como niños correteaban por los hilos de la noche; se arropaban los cuerpos desnudos de estrellas y de aquel hastío de este mismo frío.
Escuché también, los cuentos de pasiones y gemidos prohibidos. Me quedé tan cerca del fogón ardiente que pude ver con mis propios ojos el constante coquetear de una blanca piel que no es la mía. No es de él, tampoco de ella misma.
Más ella; la princesa que habitaba en la cima del castillo, esperaba el rescate de aquel individuo… Que no era príncipe, ni un ser divino, sino un simple mortal en busca de un sueño….
“No sé si él sabe o simplemente omite; que ella es más ajena de lo que le fui “yo” algún día. Mas madre de lo que mi vientre alcanzo en su vida y mas lejana que la distancia de mi tierra misma”.
Oteé el entrelazar del jersey en aquellos tejidos; chales que arroparon sus delicias y también sus propios sueños… gemidos… locuras de amantes por las noches ventanales más ahora… sé, que no era solo ella quien engullía sus minutos, por que en la realidad de este frío biombo, todas sus noches arden de pasión en su lecho.
Todas ellas; trovadoras a su medida… Y bailaban el ritmo que a él le apetecía…
Él se enseñoreaba cual pavo real ante sus conquistas. ¡Loco de amor! Él se sentía…
Ahora mi conciencia conversa conmigo misma, juntas preparamos el fuego para quemar todo lo que yace por dentro; desalojar la guarida que había en mi alma y adobar las ansias de mis adentros donde luego; cocinaré a fuego lento muy lento… mi impotencia.
Me tragaré sorbo a sorbo la angustia que me posee y con el sonido de mis tacos, desnudaré este miserable sentir detrás de mi regazo, encapsularé las vibraciones para no sentir jamás de ellas…
“En un intento continuo se me pasan las horas”…
Si me amó alguna vez solo Dios y Él lo saben…. Hoy es poco lo que queda de aquel sentir querido o amado, se muy bien que no solo de amor se vive en ésta vida….
“Quizás estoy perdiendo mi esencia misma, la sensibilidad que me acaecía ¡ya, no quiero! correr tras ella. Por que en atisbo de consciencia la deje ir para no volver a sentir más nunca”
“Tres sorbos amargos de café bastan para abrir los ojos y despertar de un letargo”