Te caíste. No te hiciste daño.
Te levantaste. Me miraste. Te miré.
No hablamos.
Nos entendimos sin palabras.
Nos cogimos de la mano.
Un cuerpo,
dos almas fundidas en una.
Un ángel caído del cielo,
me rescató del desconsuelo.
Hoy ando sin mirar al suelo.
Hoy quiero quererte.
Hoy, mi Ángel, sin dudarlo
te quiero.
LEUGIM PACAND