Cuando cogemos la pluma
para expresar del alma los sentimientos,
casi siempre aparece la luna
con sus eternos misterios.
Luna llena, potente y bella,
eres reina en la noche
rodeada de miles de estrellas
y serás siempre la novia
de cantores y poetas.
Pero en esta ocasión mi poesía
no prenderá las alas de tu magia,
pues tendrá como composición
al sol, centro luminoso planetario
que hace latir nuestro corazón.
Astro sol, eres la estrella circular
más cercana al planeta tierra,
la de más brillo y luminosidad
que nos da fuerza y seguridad.
Eres la principal fuente de energía
que el ser humano necesita para la vida,
incandescente y fulgurante astro solar
que te presentas cada día al clarear.
Cibilizaciones milenarias
te veneran a lo largo de la historia,
Dios solar símbolo sagrado universal
para todas las religiones de la antigüedad.
La egipcia, la china, japonesa,
griega, hinduista, sinfonía infinita
en un ritual cósmico de plegarias
elevando el espíritu en un homenaje
ante el inmenso tabernáculo de luz.
Sol radiante de primavera
que nos regalas más horas de luz
para que abra sus pétalos la rosa
y la azucena se muestre más hermosa.
Sol caluroso del estío
sofocante en los caminos,
donde el eterno peregrino
marca su huella con desafío.
Sol del melancólico otoño
y también del gélido invierno,
son las dos estaciones del año
que con más anhelo te esperamos.
Sol del amor, de la inmensidad
ilumina el tránsito de mis días
para sobrellevar la impuesta soledad,
para verte descender por la ladera cada día
inundando de luz la oscuridad.
¡Sol divino, rey del universo,
como a mi madre la vida te debo,
ante ti me inclino y te venero
contemplándote con amor
cual bella flor de girasol!
Fina