Fernando Uribe

Mari

He robado una luna,
blanca y redonda,
y la puse bajo tu almohada,
donde repose mientras duermas
He formado nuevas estrellas con tu risa.

Mariana,
hay un lucero en tu pecho virginal.
Las ascuas del invierno me producen miedo;
miedo de perderte,
miedo de no volver a soñarte.
Tu sin fin de nombres
tatuados en mi piel cual epitafios eternos.

Elixir de caos es
tu boca en mi paladar;
somos movimiento,
como ciclón de mar

Mariana, mi niña
Mariana, doncella frutal.
Tus labios son fresas listas para devorar.
Tu corazón es campana nupcial
que sucumbió mi antigua oscuridad.