En la antesala del amor; paso todo el tiempo escribiendo tu nombre en las páginas del silencio, después de que sobre mis hombros posaste en mí, tu brazo y tu mano; como si de un misterioso revés, surgiera la remota otra ala, del ángel de un pasado idílico.
Y en seguida, me hiciste sentir como un niño, en una constelación de amor, cariño y delicadeza.
Después con vislumbrada emoción en tus ojos, de frente y con euforia me abrazaste; como si a la vez estuvieras arrojando con tus manos la confirmación del olvido, de una trampa mortal en que cayeron mis otros ayeres e ilusiones.
Entonces y ahora te pido que cuando en la lontananza de lo onírico, no impidas que pueda entrar a ocultarme en tus escondidos sueños, para robar tus tan deseados besos, en un encuentro discreto que me permita renacer dentro de tu ser, y que como un brillo de estrellas, tus labios al alba rebelen con ternura, la dulce e irisada gota de haber estado además sobre los míos.
Has de saber que, yo también deseo tenerte entre mis brazos, para que esa dicha escondida, me lleve a cumplir con mi ya tan ansiada y hasta ahora fantasía.
Ahora que si hemos de estar juntos, abrázame otra vez y bésame. Y no permitas que en nuestro cielo caiga otra noche de las que no esperamos, que con su manto oscuro, nos contagie y nos arrastre a una incomprendida tormenta negra, en donde al final solamente tengamos que desayunar en un desierto de almas no habitadas; y ya después, no sé si habrá...
otro después.