rodulfogonzalez

CLARIDAD

 

            Desvanezco de gozo, bien mío, cuando la penumbra de la noche muere para dar paso a la aurora y los primeros rayos del sol anuncian la llegada de otro día y con él el alboroto musical de los pájaros, la llegada de los pescadores con buena o regular pesca y la incorporación de los labradores a sus sembradíos para acariciar con sus herramientas de labranza la superficie terrena que producirá ópima cosecha.

            Me arrobo de dicha, bien mío, al verme  en los espejos de tus ojos, cuando no parpadeas, porque percibo en ellos la calidez de tu amor, la luz que mentalizo para espantar los fantasmas de los perversos recuerdos que perforan cada segmento de mi consciencia y la iluminación capaz de activar los resortes de mis pensamientos que harán fluir, cual huracán, cual volcán en ebullición o cual río crecido,   las imágenes y metáforas perfectas que alimentarán a los poemas que tú ávidamente leerás.

            ¡Oh,  dichosa claridad que iluminas mi vida para nutrirla de tus rayos bienhechores y permitir que no desfallezca, por orfandad, mi afán de escribir en prosa o en verso!